La aficionada Zara Méndez trabaja en un hogar de refugiados. Allí no solo ayuda a quienes buscan protección durante su estadía, sino que también les ayuda a estar bien. Porque el supervisor está particularmente feliz de hacer una mamada a los solicitantes de asilo. La perra no tiene ningún problema cuando está en la escalera del hogar de refugiados. Los dos pinchazos se soplan alternativamente. Y tras la doble mamada, los tíos de la guarra blanqueada también pueden chorrear en la boca.
2 refugiados le soplan la cola al supervisor
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